La vida podría definirse como una sucesión de acciones: nos despertamos, duchamos, desayunamos, luego nos vamos al trabajo o la escuela, comemos, volvemos al trabajo, luego vamos a la casa, estamos un rato con nuestros seres queridos, quizás vemos un rato televisión, luego cenamos, dormimos y finalmente el día de mañana ¡volver a empezar con la misma sucesión de tareas!
No son pocas las personas que se sienten identificadas con esta descripción, incluso algunos hasta han suspirado con cierto hastío. Así es, la rutina puede llegar a ser algo aburrido para muchos al punto que desean introducir alguna que otra variación. Pero ¿cómo podemos salir de la rutina? antes hablaremos sobre qué es la rutina y los aspectos positivos de ella.
¿Qué es la rutina?
La rutina se ha definido como una serie de costumbres y hábitos que las personas repetimos continuamente a lo largo del tiempo. Por lo general la consecución de tales actividades se realiza de forma automática. La mayor parte de las personas entiende lo que es una rutina, en otras palabras, es un esquema del funcionamiento del sujeto por lo que por lo general no admite cambios.
Es por ello que muchas personas llegan a sentir que su vida no es más que una concatenación de las mismas acciones que se repiten vez tras vez y llegan a experimentar cierto aburrimiento. De allí que algunas personas con rutinas estrictas o fijas suelen querer salir de la rutina de cuando en cuando.
¿Es siempre mala?
Con todo, la rutina también tiene muchos aspectos positivos pues proporcionan cierta seguridad al individuo sobre cómo van a ser las cosas. También evitan que tengamos que enfrentarnos a situaciones inesperadas sin una planificación previa. Esta es una de las razones por las que tantas personas se aferran a la rutina y se resisten a introducir cambios a pesar de que les resulte monótono.
Los cambios y novedades suponen un riesgo para el individuo, el riesgo produce miedo ante la expectativa de tener diferentes consecuencias. Muchos justifican el no variar su rutina por el temor a lo desconocido o simplemente por el hecho de pensar que no tienen otra alternativa. A continuación, veremos algunos cambios que puedes hacer a tu día a día. Verás que no se traducen en cambios radicales sino ciertas modificaciones que le darán a tu vida más emoción.
¿Cómo salir de la rutina?
Salir de la rutina significa llevar a cabo ciertas acciones diferentes a lo que hacemos en el día a día. Puede parecer un concepto bastante sencillo, pero encierra cierta complejidad.
Identifica tu rutina
El primer paso imprescindible para introducir cambios en nuestra vida es reconocer la existencia de una rutina y ser capaz de identificarla. Si tienes la sensación de que tu día a día es repetitiva entonces toma en cuenta que es lo que haces todos los días y se repite de forma continua. Esto te permitirá identificar qué aspectos de tu rutina te son desagradables.
Determina qué quieres cambiar
Una vez que has identificado tus rutinas y los aspectos que te molestan de ella, debes determinar qué es lo que quieres conseguir y qué tan lejos estás de eso. Debes plantearte lo que quieres conseguir y qué aspectos de tu día a día te acerca o te aleja de ello. En ocasiones implica romper por completo los esquemas tradicionales de nuestra vida aunque en la mayoría de los casos más bien significa pequeños ajustes.
Haz cosas que te diviertan
Para salir de la rutina deja un espacio de tiempo para hacer cosas que te diviertan tales como jugar algún deporte, ir a un centro comercial, visitar un museo, etc. Puedes también probar los casinos en línea cuyos casinobonos te darán la oportunidad de divertirte en los juegos de azar al tiempo que incrementan tu oportunidad de obtener ganancias.
Separa espacios
Algo que puede hacer que veamos nuestro día a día como rutinario es tener la sensación de que hacemos todo en cualquier momento y lugar. Con mucha frecuencia ciertas acciones y espacios se entremezclan, haciendo difícil separar en nuestra rutina los distintos momentos, haciendo que aparezca una sensación de continuidad de la que nos cuesta desconectarnos.
Por ejemplo, no trabajes estirado en la cama o en el mismo lugar donde comes. Aprende a separar espacios y momentos, teniendo cada cosa en su sitio y generando una ruptura entre las distintas tareas. De esta forma veras que haces distintas cosas en el día a día.
Improvisa
Uno de los rasgos particulares de la rutina es que resulta indudablemente predecible. De allí la necesidad que dejemos un espacio a la improvisación en nuestra vida. Es conveniente que dejemos cierto tiempo sin planificar, un espacio en el que podemos hacer aquello que nos apetece en el momento o algo que surja.