La movilidad eléctrica avanza con fuerza en España. El crecimiento de los vehículos eléctricos ha impulsado una nueva necesidad: recargar en casa de forma eficiente, cómoda y económica. Contar con un cargador para vehículo eléctrico cambia por completo la experiencia de uso del coche eléctrico. La razón es que promueve el aprovechar tarifas reducidas, evitar esperas en estaciones públicas y garantizar que el vehículo esté siempre listo para circular. Hoy en día, instalar un cargador para vehículo eléctrico en el hogar es una inversión que mejora la autonomía y simplifica la transición energética desde casa.
Tipos de cargadores domésticos según potencia y velocidad de carga
El mercado español tiene varias opciones en cuanto a cargadores domésticos. La mayoría trabaja con potencias entre 3,7 kW y 22 kW, lo que influye directamente en el tiempo de recarga. Un cargador de 3,7 kW permite recuperar unos 20 km de autonomía por hora conectada. En cambio, uno de 7,4 kW ofrece el doble de rendimiento, y los de 11 kW o más son capaces de cargar completamente un coche durante la noche.
Los cargadores monofásicos de 3,7 kW y 7,4 kW son los más usados en entornos residenciales, ya que se integran fácilmente en las instalaciones eléctricas domésticas. Los modelos trifásicos de 11 kW o 22 kW requieren una instalación más robusta y una potencia contratada superior, por lo que suelen emplearse en viviendas con consumos elevados o flotas.
¿Cuánto cuesta instalar un cargador en casa?
El coste total de instalar un cargador doméstico incluye tanto el equipo como la mano de obra y los materiales necesarios para su conexión. En promedio, un cargador para vehículo eléctrico monofásico básico con instalación puede costar entre 800 y 1.200 euros. Modelos más avanzados, con control vía app, protección contra sobretensiones o detección de consumo energético, pueden superar los 1.500 euros.
En viviendas unifamiliares, la instalación es más sencilla, ya que se dispone de acceso directo al cuadro eléctrico. En comunidades de vecinos, el proceso técnico y legal se vuelve más complejo, aunque está respaldado por la Ley de Propiedad Horizontal, que no exige autorización de la comunidad, solo notificación previa.
También existen ayudas públicas, como las del Plan MOVES III, que cubren hasta el 70 % del coste de instalación, lo que reduce considerablemente el desembolso inicial. Algunos municipios y comunidades autónomas complementan estas subvenciones.
Ventajas económicas frente a la recarga pública
Cargar en casa resulta más barato que hacerlo en estaciones públicas. Durante la noche, con tarifas valle, el precio del kilovatio puede bajar a menos de 0,10 €/kWh. Esto significa recorrer 100 km por unos 2 euros. En cambio, en puntos de carga rápida o semi-rápida, el coste suele superar los 0,30 €/kWh, y en algunos casos llega a los 0,50 €/kWh.
Además del ahorro directo, la recarga doméstica permite evitar desplazamientos hasta estaciones públicas, colas o esperas prolongadas. Igualmente, elimina la incertidumbre sobre si un punto estará disponible, operativo o compatible con el conector del vehículo.
Disponer de un punto de carga en casa mejora el aprovechamiento del coche eléctrico y contribuye a una gestión energética más eficiente. Algunos modelos de cargadores permiten incluso sincronizar la carga con los momentos de menor demanda de la red eléctrica o integrar sistemas de autoconsumo con placas solares.
Instalación en comunidades de vecinos: lo que hay que saber
En edificios residenciales, la instalación de un cargador doméstico implica ciertos pasos específicos. El usuario debe comunicar por escrito su intención de instalar un punto de carga a la comunidad. La ley no exige autorización ni votación, siempre que el cargador se conecte a su propio contador.
La empresa instaladora debe diseñar el recorrido del cableado desde el contador individual hasta la plaza de garaje. En garajes colectivos, esto implica canalizaciones seguras y protecciones eléctricas que cumplan la normativa vigente.
Algunas comunidades optan por soluciones centralizadas, con preinstalación común para todos los vecinos. Dicha modalidad aprueba compartir infraestructuras y facilita futuras conexiones individuales. También existen sistemas con contadores separados para cada punto de carga, controlados por el administrador o gestor energético del edificio.