En viviendas de dos o más pisos, la presión del agua suele presentar variaciones que afectan directamente la calidad del suministro en zonas elevadas. Duchas con poca fuerza, grifos que no funcionan correctamente o electrodomésticos que no logran llenar sus tanques de forma eficiente son señales claras de un sistema hidráulico mal diseñado o subdimensionado.
En construcciones verticales, factores como la altura, la distribución de tuberías, la capacidad de almacenamiento y la presión inicial de la red pública influyen directamente en el rendimiento del sistema de agua. Ajustar estos elementos garantiza un funcionamiento más estable y una experiencia más confortable para quienes habitan la vivienda.
Revisar la presión de entrada y la altura manométrica
En casas con más de un nivel, la presión con la que llega el agua desde la red pública suele perder fuerza a medida que se asciende. Todo ocurre por un principio físico básico: a mayor altura, menor presión. Para conocer el comportamiento real del suministro en cada piso, se recomienda instalar manómetros que permitan medir la presión en distintos puntos del sistema. Así se identifican posibles zonas de pérdida y se ajustan los componentes hidráulicos de acuerdo a los datos obtenidos.
La altura manométrica es la distancia vertical entre el punto más alto de consumo y el punto de almacenamiento o entrada del agua. Cuanto mayor sea esa distancia, más potencia se requiere para transportar el agua. Si la red pública no proporciona la presión suficiente para cubrir esa altura, se genera un funcionamiento ineficiente en los pisos superiores. Este es uno de los problemas más frecuentes en viviendas que se han ampliado verticalmente sin rediseñar el sistema hidráulico original.
Incorporar un tanque de almacenamiento para estabilizar el flujo
Una forma efectiva de mejorar la distribución del agua en edificaciones de más de un piso es instalar un sistema de almacenamiento intermedio. Un tanque de agua acumula el recurso cuando el suministro público es estable, y distribuirlo desde allí a toda la vivienda con presión controlada. Asi se garantiza autonomía frente a cortes y permite mantener un flujo constante incluso en los pisos más altos.
El tanque debe colocarse en una zona elevada si se desea aprovechar la presión por gravedad, o en un punto bajo si se va a usar junto a una bomba presurizadora. En ambos casos, lo más relevante es que su capacidad se adapte al consumo promedio de la vivienda y que esté construido con materiales aptos para contacto con agua potable. Contar con una reserva controlada mantendrá en funcionamiento los dispositivos que requieren presión continua, como duchas eléctricas o lavadoras automáticas.
Instalar una bomba presurizadora con controlador automático
Cuando la presión por gravedad no resulta suficiente, una bomba presurizadora eléctrica resuelve la falta de fuerza en la red interna. Estos equipos impulsan el agua con potencia constante, lo que garantiza que llegue a todos los puntos de consumo sin variaciones en caudal o temperatura. En casas con varios pisos, una bomba adecuada logra mantener el mismo rendimiento en una ducha del primer nivel que en una del tercero, sin caídas bruscas ni interrupciones.
Actualmente, existen modelos con sensores de presión que activan o detienen el equipo automáticamente según la demanda. De esa manera, se da el uso más eficiente de la energía y protege los electrodomésticos conectados al sistema. La selección del tipo de bomba, su potencia y la ubicación en la red hidráulica deben basarse en un análisis técnico que considere la altura de la vivienda, el número de salidas de agua y los hábitos de consumo del hogar.