Gracias a técnicas avanzadas y a la utilización como materia prima del desecho de granjas agrícolas o residuos sólidos urbanos, es posible la generación de este combustible sostenible y circular.
Las sociedades actuales deben encaminarse hacia un consumo más responsable de todo tipo de productos, desde la alimentación, a la ropa y, por supuesto, de los combustibles y materias generadoras de energía.
En ese sentido, la Agenda 2030 en la que los países de la ONU se han comprometido a hacer un planeta más sostenible y respetuoso existe un principio básico, el de la Economía Circular.
Pero, ¿en qué consiste ese sistema? Pues, en esencia, de lo que se trata es de reutilizar al máximo los materiales de desechos para darles una segunda vida. Para ello es imprescindible una buena técnica de reciclaje y, por supuesto, una recogida selectiva de los residuos. Así, tanto el plástico, como el papel, pero también la materia orgánica pueden volver al ciclo de vida útil aprovechando así su material y evitando tener que volver a extraerlo de la naturaleza.
En ese sentido, una empresa de empresa biogas que se precie se dedica a la producción de ese gas, así como del biometano. Estos gases sustituyen a los de origen fósil y sirven para: la generación de energía eléctrica, pero también para la generación de calor o inyección de energía y/o gas a la red.
En cualquier caso, el enriquecimiento y la mejora de este biogás, fuente inagotable, ya que se genera a través de los residuos que se desechan a diario por parte de la humanidad, pero también de las granjas animales, sirve para sustituir a la generación de energía a través de materiales fósiles como el gas natural o el petróleo, que sí tienen finitud.
España: hacia una red de producción de biogás
Es importante destacar que la producción de biogas en España está enfocada a mejorar el suministro de energía y a amplificar la posición del país como pionero en la generación de energía limpia y regeneradora a través de la economía circular. Para ello, existe un estudio que garantiza en sus resultados que, existiendo en torno a las 210 plantas de biogás, España podría abastecer a un 45% de la demanda de gas fósil que actualmente se requiere.
En este sentido, hay que recordar que con el biogás los países son energéticamente más independientes y, por tanto, irán precisando menos de la voluntad de los países de origen de ese gas natural; en el caso de España Argelia o Rusia. En consecuencia, también esa autosuficiencia los hace menos dependientes, más autónomos y, desde luego, más competitivos en los mercados internacionales.
¿De dónde se extrae la materia prima para el biogás?
Principalmente, para la generación y producción de biogas se precisan tres fuentes principales de materias primas. Por un lado, son muy útiles los residuos naturales como podas forestales, así como los de origen ganadero como el estiércol. Otra de las fuentes principales de nutrido de materias viene de los desechos humanos y residuos sólidos urbanos, escombros, papel y cartón, por lo que las técnicas de recogida selectiva ayudan a optimizar la generación de biogás.
Biogás de origen natural
Hay que recordar en este punto que el biogás de origen natural es aquel que se genera a partir de la descomposición de la materia orgánica. ¿De dónde procede esa materia? Esencialmente de los residuos sólidos urbanos, así como de otros orgánicos como pueden ser los lodos de depuradoras, así como el estiércol de las deposiciones animales o el sandach.
Con estos residuos se genera en torno al 60 % de biometano. Por ello, si se procede a una técnica adecuada de purificación del biogás es posible obtener el preciado biometano y será a través de ese enriquecimiento que el biometano presente las mismas características y propiedades que el gas natural y que, por tanto, pueda ser inyectado directamente a la red de consumo.
En definitiva, se trata de una fórmula para generar energía renovable, que pone en circulación de nuevo a los desechos generados a diario por las personas, animales y la propia naturaleza. Una forma de optimizar y, sobre todo, de rentabilizar la materia orgánica, sacándole el máximo provecho y siendo, además, más independiente energéticamente hablando.