Hace un par de años el mundo dio un giro incontrolable donde las calles de las ciudades permanecían vacías, al igual que los establecimientos, centros comerciales y parques. Pero esa supuesta tranquilidad interrelacionada con la angustia y la agitación que se vivía en los centros hospitalarios en donde todo el personal se encontraba en acuartelamiento y recibiendo capacitación para enfrentar la pandemia por la COVID-19, mientras que otros atendían a los pacientes tocados por la enfermedad.
Cambios en las prácticas clínicas
Pero existió una actividad usual en los hospitales que se vio obstaculizada: las prácticas de los alumnos de medicina, los futuros protagonistas en este tipo de crisis. El desafío era que continuaran con sus estudios en una carrera que no se debe limitar a la virtualidad. Por eso, institutos como la de la Universidad de los Andes implantaron medidas para continuar con su formación.
En ese omento una las palabras populares fue “reinventarse” y las instituciones no solo se vieron en la obligación de hacerlo, sino que asimismo debía ser rápido y obviando los errores. Gracias a esta realidad surgió un libro llamado La COVID-19 y cómo diferentes institutos respondieron sin temor a la pandemia, que colecciona los testimonios de la manera en que enfrentaron la crisis internacional y que quedo siendo un medio abierto a muchas variantes más.
El trabajo fue llevado a cabo por pedagogas de la Facultad de Medicina y del centro de Administración, de la Universidad de los Andes, las cuales tienen una alta experiencia y que además tomaron ciertas mediadas ante once organizaciones distribuidas en sectores diferentes para enfrentar la pandemia.
Las escritoras de este libro, publicado por Ediciones Uniandes, fueron:
- Luz Elena Orozco Collazos
- Nubia Velasco Rodríguez
- Juana García Duque
- Catalina González Uribe
- Estefanía Hernández
Una de las soluciones reconocidas fue dada en el centro hospitalario Simulado William Osler, de Los Andes, donde los alumnos pudieron realizar sus prácticas aprendiendo a través de lo que conocemos como ensayo y error con actores y maniquíes.
La decana de la Facultad de Medicina, Natalia Mejía, cuenta como este procedimiento, que se había estado ideado por años, tuvo que activarse para poder seguir con la formación de los alumnos. Actualmente, lo que se creó de manera acelerada para no estañar los estudios forma parte del 23 % del currículo para tratar a un paciente frente a una enfermedad real en la Facultad.