El asma es una enfermedad crónica del sistema respiratorio que afecta a millones de personas en todo el mundo. Los síntomas incluyen dificultad para respirar, tos, sibilancias y opresión en el pecho. Estos síntomas pueden ser leves, moderados o graves y pueden empeorar en determinadas situaciones, como cuando se realizan actividades físicas o se exponen a alérgenos como el polen, el polvo o los ácaros del polvo.
Además de estos desencadenantes comunes, el clima también puede afectar significativamente a los síntomas del asma. En particular, el calor y la sequía pueden empeorar los síntomas del asma y aumentar la probabilidad de ataques de esta enfermedad.
¿Por qué el calor y la sequía favorecen el asma?
Cuando hace mucho calor, el aire puede estar lleno de partículas en suspensión, como el polvo y el smog. Estas partículas pueden irritar las vías respiratorias y hacer que se inflamen, lo que aumenta la probabilidad de que se produzca un ataque de asma. Además, el aire caliente puede secar las vías respiratorias, lo que puede provocar una mayor producción de moco y una mayor dificultad para respirar.
La sequía también puede empeorar los síntomas del asma. Cuando el aire está seco, las vías respiratorias pueden irritarse y secarse, lo que puede provocar una mayor producción de moco y una mayor dificultad para respirar. Además, la sequedad puede hacer que el polvo y otros alérgenos se levanten más fácilmente en el aire, lo que puede aumentar la exposición a estos desencadenantes del asma.
¿Qué se puede hacer?
Para las personas que sufren de esta enfermedad, es importante tomar medidas para reducir la exposición a estos desencadenantes ambientales. Esto puede incluir evitar hacer ejercicio al aire libre cuando hace mucho calor o el aire está muy seco, permanecer en interiores con aire acondicionado en días de calor extremo y evitar las áreas con mucho polvo o smog.
También es importante trabajar con un médico para desarrollar un plan de tratamiento para la afección. Esto puede incluir el uso de inhaladores de rescate para aliviar los síntomas del asma, así como el uso de medicamentos preventivos para reducir la inflamación de las vías respiratorias y prevenir los ataques de asma.
Además, es importante seguir las pautas de calidad del aire locales y estar atento a las alertas de calidad del aire. En algunos casos, puede ser necesario limitar las actividades al aire libre en días de mala calidad del aire para reducir la exposición a los desencadenantes del asma.