En términos de salud, en muchas ocasiones, se habla del concepto de microbiota. Para entender mejor qué es esto, se puede decir que la microbiota se da cuando se agrupan diferentes microorganismos en una zona determinada del cuerpo, siendo lo habitual que convivan hongos, bacterias, parásitos, virus y arqueas. Hay que decir que todos ellos, a su vez, se dividen en tres categorías diferentes, así, estos microorganismos se pueden considerar patógenos, mutualistas o comensales.
Lo cierto es que, cuando se da la microbiota, se está haciendo referencia al hábitat completo en el que se encuentran estos microorganismos, es decir, no solo ellos mismos, sino también las condiciones ambientales en las que se asientan y los genes que presentan. Hay que decir que, en el cuerpo humano, son muchas las localizaciones en las que se pueden agrupar estos microorganismos, en muchas ocasiones, creando ecosistemas muy complejos.
En este sentido, la boca es una de las zonas donde se encuentra una microbiota compleja, contando con más de 700 especies. De entre todas ellas, hay que hablar de la Streptococcus salivarius K12, siendo una de las más estudiadas y analizadas, ya que se trata de una especie que ofrece numerosos beneficios para la salud.
¿Cómo es esta especie?
Al igual que ocurre con otros microorganismos, la Streptococcus salivarius es una especie que presenta características específicas y muy identificativas. Así, una de las primeras cosas que hay que comentar, es que es un habitante natural de la zona bucal de las personas, al igual que también se puede encontrar en la parte superior de la zona respiratoria.
Por norma habitual, suele mantener sus propiedades durante los primeros tres años de vida de una persona, no obstante, algunos factores como la alimentación, pueden hacer que desaparezca por completo. De hecho, esto es algo frecuente en los niños.
La Streptococcus salivarius se conforma a partir de varias cepas, las cuales, producen en su mayoría lo que se conoce como salivaricinas, es decir, unas sustancias antimicrobianas totalmente naturales que actúan sobre algunos patógenos. La modalidad K12 es una de las mejores en este sentido, puesto que produce salivaricinas de tipo B en abundancia.
Aliado de las defensas
Como bien se suele decir, “la naturaleza es sabia”, y es por ello que en el cuerpo se cuenta con numerosas cepas probióticas que ayudan a acabar con los patógenos y otras bacterias. Precisamente en la boca es donde se encuentran en mayor medida, sabiendo que las hay de muchos tipos en la lengua, dientes o incluso la saliva.
La mayor ventaja es que, al igual que el propio cuerpo humano ha evolucionado, esta especie lo ha hecho con él, convirtiéndose en una de las más beneficiosas en la actualidad.
Entre otras cosas, hay que decir que la Streptococcus salivarius es uno de los mejores aliados para evitar que los patógenos se asienten en la cavidad bucal y la garganta, lo que ayuda a que las personas no sean tan propicias a padecer otitis o faringitis.
Si bien, es muy importante que la colonia de esta cepa se mantenga a lo largo de la vida, algo que resulta en muchas ocasiones complicado, ya que es habitual que se pierda a partir de la niñez.
¿Cómo mantenerla?
Con el propósito de mantener estas defensas intactas en la microbiota oral, la mayoría de especialistas recomiendan aportar a esta zona del cuerpo una cantidad adicional de la especie, con el objetivo de continuar disfrutando de los beneficios que conlleva.
De esta forma, actualmente en el mercado existen tratamientos específicos que ofrecen un “chute” de Streptococcus salivarius. Generalmente, en formato de pastilla para chupar, que pueden consumir tanto adultos como niños, siempre que estos tengan más de 5 años. Si bien, para los más pequeños, también existen sobres con polvo, que facilitan su ingesta en estas edades.