La comunicación es uno de los principales recursos de los que dispone el ser humano, diferenciándose del resto de las especies del planeta. Sin embargo, por extraño que parezca, muchas personas carecen de la facultad de escuchar en plenitud lo que nos está diciendo el emisor de un mensaje. Esto supone un auténtico problema en la vida de buena parte de la sociedad, tanto por no poder transmitir lo que uno quiere contar como por ser incapaz de entender lo se le está diciendo al individuo en cuestión. Ante esta realidad, nació un concepto de especial interés: la escucha activa.
Qué es la escucha activa y cómo la puedes practicar
Cuando hablamos de escucha activa es necesario matizar que no hay una definición científica exacta. El término se popularizó a finales de los 50 con el libro “Active Listening” de Carl Rogers y Richard Farson; no obstante, desde entonces se ha ido reinterpretando todo lo que envuelve a este concepto. Ahora bien, en todos los casos encontramos la participación del receptor del mensaje que se está emitiendo en la cadena de comunicación. La parte pasiva, en estos casos, tiene que hacer un esfuerzo para saber qué se le está diciendo y comprender en profundidad la naturaleza de dicho mensaje.
Desde blogs especializados en desarrollo como Mentee, nos animan a llevar a cabo este tipo de ejercicio. Una labor que cuenta con varios pequeños ejercicios en el proceso que, poco a poco, vamos llevando a cabo para ir más allá del término “oír” y llegar al excelente “escuchar”. En este proceso, es menester realizar acciones como preguntar ciertas cuestiones de interés al interlocutor, haciendo que su cadena de información se amplíe. Al igual que, en caso de que se esté desviando del tema central, reconducirlo para retomar el eje central de la conversación.
Este trabajo no es únicamente verbal, sino que hemos de implicarnos también en lo emocional. Factores como el lenguaje no verbal o la empatía se antojan cruciales en la materia, dando seguridad y confianza al emisor del mensaje para que nos cuente lo que nos quiere contar. En este sentido, te animamos a seguir ciertas pautas como interrumpir solo cuando sea necesario, mencionar datos sobre conversaciones anteriores, repetir sus últimas frases o emplear un lenguaje corporal abierto. Diferentes medidas que, en convergencia, harán que la conversación fluya y se lleguen a los términos más satisfactorios posibles.
Ventajas de la escucha activa
En Mentee no solo nos hablan de cómo llevar a cabo la escucha activa, sino también nos indican su utilidad y las muchas ventajas que nos trae. Entre los usos más populares de la escucha activa encontramos los laborales y los comunes. Mientras que los primeros engloban a profesionales como los coaches, los psicoterapeutas o los vendedores, los segundos recogen al conjunto de la sociedad. Por lo tanto, cualquier persona puede aprovechar las ventajas de la escucha activa; simplemente nos debemos implicar en optimizar nuestras habilidades y dar lo mejor de nosotros a los demás -aunque solo sea escuchar-.
Entre los principales beneficios, cabe comentar que es la manera más sana de interactuar con el resto de las personas. Al practicar la escucha activa, es mucho más sencillo forjar vínculos duraderos, conociendo en profundidad a esa persona que queremos tener cerca. De hecho, cada vez más escuelas e institutos han sumado esta técnica a las bases de sus programas docentes. Se trata de una habilidad que no siempre se enseña y, sin embargo, es una de las más útiles en nuestro futuro.
De la misma manera, cabe señalar que la escucha activa sirve para mejorar la resolución de los conflictos y evita malentendidos. Muchos de los problemas con otros individuos tienen su origen en una mala comunicación y, dejando de lado el rol del emisor, nada como empezar a practicar esta metodología para prevenir discusiones. Todo ello a medida que crecemos a nivel emocional, aumentando la empatía y proyectando una imagen cercana para mejorar nuestras relaciones sociales y sentimentales.